viernes, 14 de junio de 2019

7Mo B Trabajo sobre el Golpe de Estado de 1976



Memoria, Verdad y Justicia

¿Sabés por qué el 24 de marzo es el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia? Ese día en 1976 se produjo en la Argentina el último golpe cívico militar. Te presentamos materiales para que conozcas las causas y las consecuencias sociales, políticas y económicas de la última dictadura. Es importante conocer la historia para entender el presente.

El 24 de marzo de 1976, en la Argentina hubo un golpe de Estado que tomó el gobierno por la fuerza e instauró una dictadura cívico militar que duró hasta 1983. Durante la dictadura, las sucesivas juntas militares que ejercieron el gobierno de facto tomaron medidas políticas, económicas, sociales y culturales que afectaron fuertemente a nuestra sociedad, con muchas consecuencias que perduraron en el tiempo. Se dejaron de lado la Constitución nacional y las instituciones de la democracia, y esto significó que tampoco se respetaron los derechos de los ciudadanos.

Cuando las Fuerzas Armadas derrocaron a la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón, disolvieron el Congreso Nacional, prohibieron los partidos políticos y destituyeron a la Corte Suprema. La dictadura ejerció el terrorismo de Estado a través de la represión, la persecución, los asesinatos, la desaparición de personas y la apropiación de menores, con el objetivo de generar miedo, aislamiento y así controlar a la población. Es importante señalar que la mayoría de los desaparecidos fueron militantes, trabajadores y estudiantes. En ese marco, se intervinieron los sindicatos y se suspendieron los derechos de los trabajadores.

Junta Militar
Foto: Archivo Télam


Las políticas económicas tendieron a la destrucción de la industria nacional y a promover la importación de productos hechos en el exterior. Esto implicó que miles de trabajadores perdieran su trabajo y que bajaran los salarios, por lo que muchas personas pasaron a ser pobres. También, la dictadura pidió préstamos al exterior y como consecuencia aumentó la deuda externa del país, que en esos años creció enormemente. Al mismo tiempo, el Estado dejó de invertir en salud, educación y vivienda y esto empeoró las condiciones de vida de amplios sectores de la población.

En el ámbito social y cultural, hubo una fuerte censura en la prensa y además se prohibieron libros, canciones, obras de teatro y expresiones culturales contrarias al gobierno. Al mismo tiempo, algunos de los medios de comunicación más importantes fueron cómplices del gobierno militar, apoyándolo a través de la propaganda y ocultando crímenes que cometía el terrorismo de Estado.

Perez Esquivel y Madres de Plaza de Mayo
Foto: Eduardo Bottaro/Archivo Télam


Después de siete años de dictadura, la presión internacional, la demanda popular y el desgaste político de los grupos gobernantes, profundizado por la derrota en la guerra de Malvinas en 1982, derivaron en el llamado a elecciones nacionales. El 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín asumió como presidente constitucional de la Argentina y la Plaza de Mayo se llenó de gente que fue a festejar la vuelta de la democracia. 

Hace 33 años que en la Argentina vivimos en democracia sin interrupciones. La democracia se construye entre todos, y todos los días. Tenemos que cuidarla y defenderla porque dentro de la democracia se respetan nuestros derechos y hay mayores grados de justicia y libertad. Para esto es importante construir una memoria reflexiva sobre la última dictadura militar. Pensar sobre estos aspectos es clave para comprender el presente y ver qué podemos hacer para que cada vez la sociedad sea más justa e igualitaria.
Para más información nuestros alumnos de 7°realizaron los siguientes trabajos,hacer click en los enlaces siguientes:

















https://www.slideshare.net/mariadelapazbernardez/la-dictadura-civico-militar-7b-149716567




www.slideshare.net/mariadelapazbernardez/la-dictadura-civico-militar-7b

Güemes y la guerra gaucha



Güemes y la guerra gaucha



Autor: Felipe Pigna
El hombre que durante años sería la pesadilla de los ejércitos españoles con sus tácticas guerrilleras, nació en Salta el 8 de febrero de 1785. A los catorce años ingresó en la carrera militar incorporándose al “Fijo de Infantería” que estaba acantonado en Salta. Participó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas y al producirse la Revolución de Mayo, se incorporó al ejército patriota destinado al Alto Perú y formó parte de las tropas victoriosas en Suipacha.
Desde 1814 Güemes se había puesto al frente de una partida cada vez más nutrida de gauchos guerrilleros que les hacía literalmente la vida imposible a los invasores.
El general San Martín, designado en reemplazo de Belgrano en el Ejército del Norte, recorrió la zona de combate a comienzos de aquel año y pudo comprobar las atrocidades cometidas por los españoles contra nuestra gente. Los “civilizadores” no respetaban mujeres, niños ni ancianos. Veían en los pueblos por los que pasaban el semillero de los rebeldes, desconfiaban de todos y no se equivocaban, todos eran sus enemigos. La estrategia española era el saqueo, el robo, el asesinato en masa. Indignado por lo que vio y orgulloso de la acción de los hombres de Güemes, el “Jefe” aprobó lo actuado y le ratificó los beneficios de su táctica guerrillera.
El 3 de agosto de 1814 las tropas al mando de Güemes obligaron al jefe realista Joaquín de la Pezuela a evacuar Salta y ponerse en retirada hacia el Alto Perú. En su desesperación, los invasores fueron abandonando su parque, que fue capturado por los gauchos conocidos como “los infernales”, no sólo por el color rojo de sus ponchos.
Al año siguiente lograron madrugar al ejército enemigo y derrotarlo en el Puesto del Marqués el 14 de abril de 1815. El saldo fue un tanto desparejo: los invasores sufrieron 120 muertos y 122 prisioneros; los nuestros, dos heridos.
El triunfo de Puesto del Marqués aumentó el prestigio de Güemes en Salta. El 6 de mayo de aquel año 15, el Cabildo local lo designó gobernador de la provincia. Gracias a su experiencia militar, se puso al frente de la resistencia a los realistas, organizando al pueblo de Salta y militarizando la provincia para frenar a los ejércitos del rey.
Pronto comprendió que tendría que arreglárselas solo para cumplirle al único jefe que reconocía: don José de San Martín, quien tendrá permanentes expresiones de elogio y gratitud para con Güemes y sus gauchos. Su vital tarea de contención y distracción de las tropas españolas resultó imprescindible para encarar el cruce de los Andes y desarrollar con éxito la campaña libertadora.
El ejército infernal se ponía en marcha. No había leva forzosa, todos eran voluntarios. Desde los “changuitos” que apenas podían montar hasta los viejos baquianos, desde las mujeres que formaban una eficiente red de espionaje, hasta los curas gauchos que usaban los campanarios como torretas de vigías y sus campanas como alarma ante la presencia del enemigo. Todo un pueblo en armas. Machetes, lanzas, azadas, boleadoras y unos pocos fusiles y carabinas eran las armas de aquel pueblo que aprendía junto a su jefe que estaban solos para enfrentar al ejército que acababa de vencer a Napoleón.
Las tácticas guerrilleras de Güemes cobraron fama mundial y han sido objeto de estudio en academias militares tan lejanas como la de Yugoslavia. La Biblioteca del Oficial del Círculo Militar argentino publicó un curioso libro titulado La guerrilla en la guerra, cuyo autor es el mayor Borivoje S. Radulovic del ejército yugoslavo. En uno de sus párrafos dice Radulovic: “Las montoneras de Güemes hicieron una guerra sin cuartel que ha pasado a la historia como Guerra Gaucha. Cada uno de los miembros serviría de modelo para fundir en bronce la estatua del soldado irregular, del guerrillero.
El capitán español Pedro Antonio Olañeta fue comisionado por el virrey del Perú para sobornar a Güemes quien lo paró en seco: “Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes. No son asesinos sino de los tiranos que quieren esclavizarlos. Con éstos únicamente espero a Ud., a su ejército y a cuantos mande de España. Convénzanse Uds. que jamás lograrán seducir no a oficiales, sino ni al más infeliz gaucho. En el magnánimo corazón de estos hombres no tiene acogida el interés, ni otro premio que su libertad; (…)el pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete.” 1
Los pedidos de ayuda de Güemes eran permanentes. No se resignaba a aceptar que a Buenos Aires no le importaba perder las provincias del Norte. Pero los auxilios no llegaron nunca. La situación se volvía insostenible: las clases altas salteñas le retaceaban su apoyo por el temor de aumentar el poder de Güemes y por la desconfianza que le despertaban las partidas de gauchos armados, a los que sólo toleraban ver en su rol de peones de sus haciendas. El gobernador Güemes tomó la decisión de aplicarles empréstitos forzosos sobre sus fortunas y haciendas.
Varios de ellos habían huido a reunirse con el enemigo, y fueron ellos los que guiaron a la vanguardia española conducida por José María Valdés, apodado “el Barbarucho”, un coronel salteño traidor que estaba a las órdenes del ejército español.
Las fuerzas de Barbarucho avanzaron hasta ocupar Salta con el inestimable apoyo de los terratenientes y comerciantes el 7 de junio de 1821.
Güemes se refugió en casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada, más conocida como “Macacha”. Mientras escribía una carta escuchó disparos y decidió salir por la puerta trasera. Logró montar su caballo y emprenderla al galope pero recibió un balazo en la espalda. Llegó gravemente herido a su campamento de Chamical con la intención de preparar la novena defensa de Salta.
Finalmente fue trasladado a la Cañada de la Horqueta donde pasó sus últimos diez días de vida. En dos ocasiones el jefe español Olañeta le envió emisarios. Le ofrecía un médico y remedios, y volvía a intentar sobornarlo. Güemes les respondió convocando a su segundo al que le ordenó: “Coronel Vidt, ¡tome usted el mando de las tropas y marche inmediatamente a poner sitio a la ciudad y no me descanse hasta no arrojar fuera de la Patria al enemigo!” Miró al oficial español que le traía la nota de Olañeta y le dijo: “Señor oficial, está usted despachado”.
El 17 de junio de 1821 los pobres de Salta y sus alrededores se quedaron sin padre. Moría Martín Miguel de Güemes el hombre que había rechazado con sus infernales nueve invasiones españolas. Todo aquel pueblo que lo había acompañado en las buenas y en las malas, concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical.
Mientras tanto, la Gaceta de Buenos Aires, muy lejos de los ideales de su fundador, Mariano Moreno, informaba feliz y desvergonzadamente a sus escasos pero influyentes lectores: “Murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos. ¡Ya tenemos un cacique menos!” 2
Referencias:

20 de junio "Día de la Bandera"

Día de la Bandera (Argentina)

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
Conmemoración de la muerte de Manuel Belgrano
Monumento a la Bandera 2.jpg
Vista del Monumento Nacional a la Bandera, desde la Llama votiva al soldado desconocido, en Rosario (Argentina).
Nombre oficialconmemoración de la muerte de Manuel Belgrano
Otros nombresDía Paso a la Inmortalidad del General Manuel Belgrano
Origen de la celebración20 de junio de 1938 (80 años)
Día de celebración20 de junio
Período de celebraciónanual
Celebrado desde1938
La piedra fundamental del Monumento a la Bandera en Rosario. Fuente: Wikimedia Commons
El Día de la Bandera se conmemora cada año en Argentina el 20 de junio. Esa fecha es feriado nacional y día festivo dedicado a la bandera argentina y a la conmemoración de su creador, Manuel Belgrano, fallecido en ese día de 1820. La fecha fue decretada por ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, por el entonces presidente de la Nación ArgentinaRoberto M. Ortiz.12
A partir del año 2011, por decreto nacional, dicho feriado es inamovible.
La bandera fue creada el 27 de febrero de 1812, durante la gesta por la Independencia de las provincias Unidas del Río de la Plata.
La principal sede de las conmemoraciones del Día de la Bandera es el Monumento a la Bandera, en la ciudad de Rosario(provincia de Santa Fe), lugar en el que la bandera fue izada por primera vez en dos baterías de artillería, ubicadas en orillas opuestas del río Paraná. La celebración consiste de una reunión pública a la que asisten el presidente y miembros de las fuerzas armadas, veteranos de la guerra de las Malvinas, las fuerzas policiales, y una serie de organizaciones civiles.
Después de 14 años, el 20 de junio de 1957, se inaugura oficialmente el Monumento Nacional a la Bandera, en actos oficiales presididos por el dictador Pedro Eugenio Aramburu.
Una serie de actividades previas y posteriores completaron los festejos, convocando a la ciudadanía que siguió todos los pasos de esta ceremonia inaugural. Un gran desfile militar, seguidos de discursos fueron el centro de esta inauguración.
Desde hace algunos años, se incluye el desfile de la bandera más larga del mundo, que es confeccionada de manera comunitaria por la población de Rosario.
En 1812, las tropas a las órdenes de Manuel del valle de Belgrano comenzaron a utilizar una escarapela bicolor azul-celeste y blanco (colores adoptados por las cintas y escarapelas distintivas utilizadas por los «chisperos» o patriotas adherentes a la Revolución del 25 de mayo de 1810). El mismo Belgrano expresó en un informe oficial que no usaba el rojo «para evitar confusiones», ya que el ejército realista (es decir, los españoles y sus adictos) usaban ese color. El 13 de febrero de 1812 Belgrano propuso al Gobierno la adopción de una escarapela nacional para los soldados y 10 días después la adoptó luego de que el 16 de febrero de 1812 la Junta declarara abolida la escarapela roja y reconoció la blanca y celeste.
Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional.
Los colores de la escarapela, que luego fueron los de la bandera, tienen otro antecedente: eran los que identificaban a los miembros de la Sociedad Patriótica (grupo político y literario de civiles y militares identificados con las ideas de Mariano Moreno). Como sus miembros habían sido desplazados de la Junta en 1811, pasaron a la oposición. Y el Primer Triunvirato eligió el celeste y blanco para la escarapela con una disposición distinta de esa sociedad. Esta última los disponía de este modo: celeste, blanco, celeste. La primera escarapela, se supone, era blanca, celeste y blanca.
Cerca de Macha (en Bolivia), se encontraron dos banderas que se supone eran las que llevó Belgrano hasta el Alto Perú durante su campaña militar. Una tiene la franja central celeste, y la otra, blanca. El Ejército del Norte juró obediencia a la Asamblea del Año XIII con una bandera blanca y celeste. Y esta enseña recién se enarboló en el mástil del Fuerte en 1815. Hasta entonces, allí, flameaba la bandera española. El Congreso de Tucumán, en 1816, adoptó la bandera celeste, blanca y celeste como símbolo nacional que identificaba a la nueva nación. La presencia del sol en el centro de la bandera la adoptó el Congreso, reunido en Buenos Aires, en 1818. Este sol es el mismo que aparecía en la primera moneda nacional acuñada por la Asamblea del Año XIII y luce 32 rayos flamígeros. Hasta 1985 a bandera con el sol era la «bandera mayor» de la Nación, y solo podían lucirla los edificios públicos y el Ejército. Los particulares solo podían usar la bandera sin el sol en el centro. Luego de 1985 el parlamento promulgó una ley por el cual todas las banderas tienen que tener el sol de mayo, mediante esta ley cualquier particular o empresa privada puede acceder a una bandera con el sol, dejando de ser así solo de los organismos estatales.

25 de mayo de 1810: Nace la Patria

LRevolución de Mayo fue una serie de acontecimientos revolucionarios ocurridos en la ciudad de Buenos Airescapital del Virreinato del Río de la Plata, dependiente del rey de España, que se sucedieron durante el transcurso de la llamada Semana de Mayo, entre el 18 de mayo de 1810, fecha de la confirmación oficial de la caída de la Junta Suprema Central, y el 25 de mayo, fecha en que se destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y se lo remplazó por la Primera Junta de gobierno.
Si bien inició el proceso de surgimiento del Estado Argentino no hubo una proclamación de la independencia formal, ya que la Primera Junta no reconocía la autoridad del Consejo de Regencia de España e Indias, pero aún gobernaba nominalmente en nombre del rey de España Fernando VII, quien había sido depuesto por las Abdicaciones de Bayona y su lugar ocupado por el francés José Bonaparte.
Juráis a Dios nuestro Señor y a estos Santos Evangelios reconocer la Junta Provisional Gubernativa de las provincia del Río de La Plata a nombre del Sr. D. Fernando Séptimo, y para guarda de sus augustos derechos, obedecer sus órdenes y decretos, y no atentar directa ni indirectamente contra su autoridad, propendiendo pública y privadamente a sus seguridad y respeto.
Todos juraron; y todos morirán antes que quebranten la sagrada obligación que se han impuesto.
Esta manifestación de lealtad, conocida como la máscara de Fernando VII, es considerada por algunos historiadores como una maniobra política que ocultaba las intenciones independentistas. Otros sostienen que asumir esto sería como considerar que los revolucionarios eran «cínicos, embusteros y traidores».1
La declaración de independencia de la Argentina tuvo lugar seis años después durante el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816.

6°Grado: Encuentro de basquet